lunes, 16 de marzo de 2015

El bebé que no tuvimos.



Antes de hacerme la prueba de embarazo, recuerdo estar sentada contigo en mi cama. Te dije que estaba triste por la situación en la que estaba. ¿Cuál era esa situación? La posibilidad de estar embarazada. Pero no por el dinero, la juventud o las dudas sobre mi capacidad de ser madre. Lo que me ponía triste, era que estaba en esa situación contigo.
Contigo, que no contestas los mensajes importantes. Contigo, que te pregunto qué piensas y no sabes qué responder. Contigo, que me dejaste a pesar de que te pedía fueras el amor de mi vida. Y sí creía que lo eras. Contigo, que eres tan egoísta que me dejabas plantada por cualquier cosa.
Y recuerdo pedirte que me dijeras qué pensabas. Quería saberlo antes de hacerme la prueba, porque una vez que supiera con certeza si estaba embarazada, lo que dijeras iba a tener un matiz distinto de veracidad. Si resultaba estarlo, no quería que cambiaras de opinión, cualquiera que fuese.
No dijiste nada.
Me dijiste que sabías que no quería estar en esa situación. Pero yo no te preguntaba por eso. Te preguntaba “¿Tú qué piensas si estoy embarazada? ¿Qué va a pasar si resulta que tendré un hijo tuyo? ¿Qué piensas de que no te quiera en su vida o en la mía?”.
¿Cómo interpretarías ese silencio?
Yo te voy a decir cómo lo interpreté: Como si no te importara. Que es peor que si me hubieras dicho “Vale, quédate sola porque yo ya tengo un hijo y no puedo más”.
Y tampoco me dijiste nada cuando te informé que los resultados fueron negativos.
Nada.
Creo que hay momentos que demandan que se digan ciertas cosas. Hay momentos donde un “no sé”, equivale a un “no me importa”. Y el momento donde tu ex novia te dice que tal vez esté embarazada de ti, es importante. Importante para decir algo.
Hoy recibí tu llamada y escuchar la frase “quería decirte algo” hizo que mi estómago diera una vuelta y que mi corazón se pusiera a correr. Sentí terror de lo que pudieras decir, porque aún dudo de mi voluntad. Pero solo me informaste de tus progresos laborales. No sé por qué me sigues contando cosas. 
Estaba tan contenta, sentía que daba pasos lejos de ti. Pero escucharte, actuando como si fuese importante en tu vida, hacen que sienta nauseas. Que sienta tristeza.
¿Por qué haces lo que haces? La incógnita más grande de nuestra relación se quedó sin resolver, sigue siendo la misma. ¿Qué quieres de mí?


No hay comentarios:

Publicar un comentario